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Etiquetado de los productos: ¿Qué estás comprando?

Actualizado: 25 may 2020

Guía para aprender a leer la composición de los alimentos


Hacer la compra se ha convertido en una tarea compleja. Solo hace falta ver la gran variedad que existe de un mismo producto para darse cuenta de ello. Esto genera dudas en los consumidores, que no saben cómo escoger el producto que mejor concuerde con sus necesidades.


En muchas ocasiones, la elección se basa en la imagen, la marca o el precio, pero que sea bonito y barato no siempre implica que sea bueno. Por ello, es importante ser conscientes de qué componentes tiene cada alimento antes de comprarlo.


El etiquetado de un producto es su carta de presentación. En esta, se muestran las características nutritivas del alimento, con el objetivo de que el cliente pueda realizar una compra coherente y llene su carrito conociendo a la perfección qué va a consumir.


Dichos etiquetados se regulan a través del Reglamento (UE) Nº 1169/2011 sobre la Información Alimentaria Facilitada al Consumidor, con la finalidad de proteger a los consumidores y asegurarse de que el fabricante ofrezca una información verídica sobre las cualidades del producto.


El reglamento ha sufrido varias modificaciones desde su implantación, siempre buscando beneficiar el derecho de los clientes a saber qué están comprando. En 2016, se estipuló que todos los componentes del alimento debían tener el mismo tamaño de letra y que se debían destacar los alérgenos. En 2018, entró en vigor el Reglamento de Ejecución (UE) 2018/775, con la intención de aportar una aclaración sobre el origen de los ingredientes primarios cuando este sea diferente del origen del alimento, y será aplicable a partir de abril de 2020. Con todo ello, la intención de la Unión Europea es aportar la información más veraz y clara de los productos que en ella se comercializan.


Elementos obligatorios de los etiquetados


Existe una serie de elementos obligatorios que todo etiquetado ha de contener. Según el informe sobre la estandarización de la información de los etiquetados realizado por la Comisión Europea, se pueden clasificar estos elementos distribuyéndolos en tres apartados, dependiendo del tipo de información que aportan.


Por tanto, al leer la etiqueta, en primer lugar, es importante que se aporte información sobre la identidad del alimento y su composición. En la denominación del alimento se hace referencia a las condiciones físicas del producto o al tratamiento al que ha sido sometido, ya bien sea si está congelado, en polvo, ahumado… Por su parte, la composición del alimento es la lista de ingredientes, que estarán situados en orden decreciente en función de la cantidad que haya de cada uno en el alimento. También se ha de concretar el porcentaje exacto de aquellos ingredientes que aparezcan en la propia denominación del alimento o en la imagen del envase. Por ejemplo, en el envase de la leche de almendras, tiene que poner específicamente la cantidad de almendras que contiene.


Denominación del producto. Fuente: Cómo Como

Lista de ingredientes y sus porcentajes. Fuente: Cómo Como.

En este apartado también están incluidas aquellas informaciones referidas al nombre y la dirección del proveedor y del distribuidor; el país de origen o lugar de procedencia del alimento, que será obligatorio cuando el producto no proceda de la Unión Europea, cuando la omisión de esta información pueda dar lugar a error al consumidor, y en productos concretos como la carne o la miel; y la cantidad neta del alimento, sin tener en cuenta el envase. Esta será expresada en litros, centilitros o mililitros para los líquidos, y en kilogramos o gramos para el resto.


Nombre y dirección del proveedor y el lugar de origen del producto. Fuente: Cómo Como.

Cantidad neta del producto. Fuente: Cómo Como.

El segundo apartado incorpora aquellos elementos que tienen el objetivo de informar al consumidor en términos de protección de la salud y uso seguro de los alimentos. Con ello, se refiere tanto a aquellos ingredientes que puedan causar alergias o intolerancias, que deberán aparecer diferenciados del resto de sustancias de la lista de ingredientes para que se aprecie claramente, como a las bebidas con un grado alcohólico superior al 1,2% vol., que pueden tener efectos en la salud para los consumidores.


Información sobre alergias e intolerancias. Fuente: Cómo Como.

A ello hay que sumarle la información referida al modo de conservación del producto una vez ha sido abierto, el modo de empleo en el caso de que sea necesario y la fecha de caducidad. Este último elemento, sigue unos patrones en función de la duración mínima del producto.


Condiciones de conservación y modo de empleo. Fuente: Cómo Como.
Fecha de caducidad del producto. Fuente: Cómo Como.

Si en el envase pone “Consumir preferentemente antes del día y del mes” es porque la duración del producto es inferior a tres meses. En el caso de que ponga “Consumir preferentemente antes del fin de (mes y año)”, la duración del producto es de entre 3 y 18 meses. Cuando la duración se prolonga más allá de 18 meses, en el envase se indicará como “Consumir preferentemente antes del fin de (año)”. Además, hay alimentos que no necesitan la fecha de caducidad, como son las frutas, las hortalizas y patatas frescas, las bebidas alcohólicas con una graduación superior a 10% vol., los productos de panadería de consumo diario, el vinagre, la sal, el azúcar y los productos de confitería.


Por último, el tercer apartado corresponde a las características nutricionales. Esta información es fundamental para conocer las propiedades de los alimentos y es la más compleja de entender por los consumidores.


Información nutricional del producto. Fuente: Cómo Como.

Los valores nutricionales se suelen expresar por cada 100 gramos o 100 mililitros, aunque en ocasiones también aparecen por porciones. En estas tablas nutricionales, deben aparecer de forma obligatoria la información referida al valor energético, las proteínas, los hidratos de carbono, las grasas, las grasas saturadas, los azúcares y la sal. Dicha información puede completarse con otros datos, como son las grasas monoinsaturadas, las poliinsaturadas, los polialcoholes, el almidón, la fibra alimentaria y cualquier vitamina o mineral.


¿Qué significan estos valores?


Por lo general, el consumidor tiende a observar únicamente los valores energéticos, que son aquellos que expresan las kilocalorías (kcal) o kilojulios (kJ), sin embargo, es necesario entender qué significan los demás datos para comprender en su totalidad el tipo de nutrientes que se están consumiendo, tanto buenos como malos.



Etiquetado nutricional. Fuente: @comocomoblog

En primer lugar, las proteínas son aquellos nutrientes presentes en la carne, el pescado, los huevos, la leche y derivados y en las legumbres.


Los hidratos de carbono se refieren tanto a los azúcares, como la sacarosa, la fructosa, la lactosa y la glucosa, como a almidones presentes, entre otros, en el arroz, la harina, la pasta y las patatas.


Respecto a las grasas, existen diversos tipos. Las saturadas (de origen animal, bollería, aceites de coco y palma…) son aquellas de las que no se debe hacer un consumo excesivo. Sin embargo, no todas las grasas son malas, de hecho, es saludable consumir grasas monoinsaturadas, como son las nueces o el aguacate, y grasas poliinsaturadas, como el aceite de oliva, el pescado azul, los frutos secos y las semillas de girasol.


Por otro lado, esta la fibra, que se encuentra en las legumbres, las frutas, las verduras y los productos integrales. Otro de los apartados del etiquetado nutricional es la sal, que la contienen muchos más alimentos de los que imagina la sociedad. Y, por último, las vitaminas y minerales, que se hayan en los alimentos, aunque en cantidades muy pequeñas, razón por la cual no suelen aparecer en los etiquetados, o al menos no de forma obligatoria. No tienen valor energético, sin embargo, son indispensables para el funcionamiento del organismo.


Primero lo bueno, y luego lo barato

Encontrar un alimento que a simple vista nos llame la atención y que tenga un precio asequible es el sueño de todo consumidor. Pero que este tenga unas cualidades nutritivas beneficiosas para la salud es lo que realmente marcará la diferencia entre unos y otros. Especialmente, a largo plazo. Por tanto, primero lo bueno, y luego ya lo bonito y lo barato. Y esto solo se puede conseguir conociendo realmente el funcionamiento que tienen los etiquetados de los alimentos.


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